La receta es muy fácil, pero eso sí, lleva su tiempo prepararla, quitar la piel a los trozos de pollo, freír a fuego lento los ajos, dorar bien dorado el pollo... requiere cierta paciencia.
Ayer, me apeteció hacerlo, y por petición de Piedad aquí la pongo. Si estáis en la franja de edad de los lectores del Pollo Pepe, no intentéis hacer esta receta, por favor, pero pedir con gritos y llantos a uno de vuestros progenitores que os la haga, y mientras, para ambientar a cantar otra de gallinas.
A que tiene buena pinta,
Ingredientes:
- Pollo troceado. Para cuatro personas un kilo y medio. Si sobra al día siguiente esta igual de bueno (algo más seco). Como en casa hay más gente que le gustan más los muslos, hacemos una bandeja solo de muslos (en total lo que veis en la foto son 1,7 kilos.
- Ajos. Cabeza y media
- Romero o tomillo. Una cucharada. O dos ramas de romero fresco.
- Aceite de oliva virgen y sal
Lo primero quitar la piel, se puede hacer con ella, pero de esta forma quitamos bastante grasa al plato. A mi cuesta siempre quitar la piel a los muslos, pero hago lo que puedo. Salamos.
Sacamos los dientes de ajo, y sin pelarlos los machacamos con la parte plana del cuchillo. Los ponemos en la cazuela para que se vayan haciendo a fuego lento, despacito, así van aromatizando bien el aceite.
Cuando están bien hechos (ojo, que no se quemen) los sacamos y reservamos (en lenguaje técnico es que no los tiramos, que luego seguimos haciendo cosas con ellos). Los dos pasos anteriores los hacemos a la vez, mientras se hacen los ajos pelamos el pollo.
Y pasamos a la siguiente fase, freír bien frito el pollo. Que quede bien dorado por todas partes.
Vamos sacando, reservando y haciendo en tandas. Tiene que quedar dorado, al menos como los trozos que veis en la foto inferior. Tener cuidado que salta y mancha, poneros delantal, ese que os trajo la suegra de Mallorca mismo, y si tenéis tapa de esas de rejilla que evitan buena parte de las salpicaduras mejor.
Cuando tenemos todo bien frito, quitamos buena parte del aceite y liquido resultante en la cazuela, cuidado¡¡¡ no rascar el fondo (todo lo que se ha quedado pegado es buena parte del sabor que luego lograremos). Echamos todo el pollo en la cazuela con los ajos (aquí les quitamos la piel, se quitará fácil ya que estará un poco quemada por fuera) y un buen chorro muy generoso de vino. Si tenemos, le viene muy bien un par de ramas frescas de romero, si no tenemos, pues romero o/y tomillo seco.
Vamos removiendo de ven en cuando con la cuchara de madera, rascamos el fondo para ligar a la salsa los restos pegados del fondo, y dejamos que se consuma casi todo el líquido.
Y a comer. Como acompañamiento yo me he hecho unas patatas fritas (estoy a dieta de engorde) pero combina estupendamente con una ensalada.
Si os sobra para el día siguiente, como la poca salsa que tiene espesa, podéis echarle un poco de agua, al calentar se hace más líquida, será necesario un poco de salsa para evitar que el pollo se quede más seco.








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